Cada año, el 10 de mayo se convierte en una fecha de celebración, flores, abrazos y llamadas que cruzan continentes. Pero para miles de mujeres en movilidad, el Día de las Madres no siempre se celebra en un hogar estable, ni con la familia reunida. Se vive en tránsito, en espera, en lucha. constante. Y, sin embargo, está lleno de fuerza.
Ser madre migrante se enfrenta al mundo con el corazón partido y los brazos extendidos. Es cargar a los hijos no solo en los brazos, sino también en los sueños. es tomar decisiones imposibles y seguir caminando. Es amor que desafia la distancia, el miedo y la incertidumbre.
En Fundación Scalabrini de México hemos acompañado a muchas de estas mujeres, quienes día tras día nos muestran lo que significa el coraje cierto. Por eso, este año queremos rendirles un homenaje desde la palabra, desde la escucha y desde la memoria colectiva. porque su maternidad, vivida en contextos adversos, es también un acto político, un grito de vida, una semilla de esperanza.