Cada año, el 10 de mayo se convierte en una fecha de celebración, flores, abrazos y llamadas que cruzan continentes. Pero para miles de mujeres en movilidad, el Día de las Madres no siempre se celebra en un hogar estable, ni con la familia reunida. Se vive en tránsito, en espera, en lucha. constante. Y, sin embargo, está lleno de fuerza.
Ser madre migrante se enfrenta al mundo con el corazón partido y los brazos extendidos. Es cargar a los hijos no solo en los brazos, sino también en los sueños. es tomar decisiones imposibles y seguir caminando. Es amor que desafia la distancia, el miedo y la incertidumbre.
En Fundación Scalabrini de México hemos acompañado a muchas de estas mujeres, quienes día tras día nos muestran lo que significa el coraje cierto. Por eso, este año queremos rendirles un homenaje desde la palabra, desde la escucha y desde la memoria colectiva. porque su maternidad, vivida en contextos adversos, es también un acto político, un grito de vida, una semilla de esperanza.
Migrar siendo madre: una decisión forzada
Para muchas mujeres migrantes, salir de su país no es una elección libre, sino una salida de emergencia. Escapan de la violencia, de la pobreza extremos, de amenazas directas, de catástrofes naturales o de estructuras sociales que no les permiten sostener la vida. Huir, en muchos casos, se se convierte en el único acto posible para salvar a sus hijos.
Pero la ruta migratoria no está hecha para mujeres ni para infancias. Está marcado por peligros invisibles y visibles: extorsiones, acoso, violencia sexual, redes de trata, estigmatización, hambre y miedo. Y, aun así, las madres migrantes caminan.
La maternidad, en estos contextos, se transforma: es mochila, es escudo, es refugio y es brújula. Las decisiones no solo se toman pensando en la sobrevivencia diaria, sino también en las posibilidades de un futuro mejor. para los hijos e hijas. Como nos dijo una mujer en el Centro Comunitario Scalabrini: "Si fuera solo por mí, tal vez me habría quedado. Pero por mis hijos, crucé”.
Testimonios de amor en movimiento
Hemos escuchado cientos de historias de mujeres que llegan con los pies. cansados y el corazón lleno de preguntas. Historias de valentía, de duelo, de esperanza. Aquí compartimos dos voces que nos marcan profundamente:
Zulmairy,
“Acompañada de su hijo, Hace meses salió con una mochila llena de miedo, pero también de sueños. El camino fue duro: calor, lluvia, hambre, incertidumbre. Pero cada vez que su hijo sonríe, encuentra fuerzas que no sabía que tenía. Para ella, ser madre en este camino es ser escudo, pan, consuelo. Es caminar con ampollas en los pies, pero con esperanza en el corazón.”
Sinay,
"La maternidad ha sido un viaje lleno de retos. Migrar y criar han ido de la mano, en un camino marcado por la incertidumbre, por noches en vela y Momentos en los que la desesperanza tocó la puerta. Pero en medio del desarraigo, ella elige recordar lo que florece: las risas compartidas, las palabras aprendidas, el amor tejido día a día con sus hijos. Venezolana de origen, sus hijos no conocen la tierra que la vio nacer. Aun así, Sinay no se detiene. Aunque a veces añora su país, ha descubierto que la patria, pero sobre todo el hogar también se construye en el exilio y en el abrazo cálido de sus hijos”.
Dificultades en el camino: retos cotidianos
Nuestro compromiso es claro, pero el camino no ha sido sencillo. las casas y centros de atención para migrantes enfrentamos desafíos estructurales y urgencias diarias. Estos son algunos de los principales retos a los que nos Nos hemos enfrentado este año:
- Falta de recursos constantes: Aunque contamos con apoyos valiosos, la demanda siempre supera las capacidades. Heno días en que no alcanzan los alimentos, los medicamentos o el personal para atender a todas las personas que llegan.
- Emergencias médicas no cubiertas: Algunas mujeres han llegado con partos prematuros, complicaciones posparto o enfermedades crónicas sin seguimiento.
- Violencias acumuladas: Muchas madres cargan con traumas que requiere acompañamiento psicosocial especializado, y la integral no siempre atención es inmediata.
- Estigmatización social: A pesar de su enorme esfuerzo, las mujeres migrantes enfrentan la discriminación por su origen, su acento, su color de piel o por no “encajar” en los modelos tradicionales de madre.
La maternidad como resistencia y acto político
Ser madre en el exilio, en tránsito, en espera, es también una forma de resistencia. Es desafiar sistemas que expulsan, que niegan el derecho a Migrar con dignidad, que no reconocen la maternidad fuera de los moldes. tradicionales.
Las madres migrantes no solo cuidan: también denuncian, organizan, construido. Se convierte en puente entre culturas, entre generaciones, entre pasados difíciles y futuros posibles. Y lo hacen mientras amamantan, cocinan, curan heridas, ayudan a hacer la tarea, y siguen buscando un lugar al que puedan llamar hogar.
Agradecimiento y llamado a seguir caminando juntas
Gracias a cada madre migrante que nos ha permitido acompañarla, que ha confiado en nosotros sus historias, sus hijos, sus silencios. Gracias a quienes han cocinado, limpiado, cargado cajas, atendido partos, donado insumos, sostenido manos temblorosas.
Gracias a quienes han creído en esta causa, y han hecho posible que este espacio sigue existiendo. Pero también queremos decirlo con claridad: Necesitamos más manos, más corazones, más apoyo.
Migrar no es un delito. Ser madre en medio de la movilidad no debe ser un castigo. Y construir un país que acoja, que incluya y que proteja, es tarea De todos y todas.
El 10 de mayo celebramos a las madres con flores, pero también con memoria. y compromiso. En cada mujer migrante hay una historia de amor que desafía los muros, los prejuicios y las fronteras.
Desde la Fundación Scalabrini de México, renovamos nuestro compromiso de seguir siendo hogar para quienes están en tránsito. Y hacemos un llamado a la sociedad civil, a las Iglesias, a las empresas, a las autoridades ya cada persona solidaria, para que se sumen a esta causa.
Porque en el rostro de cada madre migrante es el rostro de nuestra humanidad.
Porque nadie debe sentirse forastero .
Porque ser madre, ser mujer y ser migrante no debería ser una triple carga, sino un triple motivo de respeto, apoyo y dignidad.
¡Feliz Día de las Madres!